
Un WRC utiliza un
motor de hasta 1620 cm3 turbo con brida de 33 mm. La presión del turbo ha de
ser de 2.5 bares, y el conjunto del vehículo ha de pesar un mínimo de 1200
kilogramos. El ancho de vías es exactamente el mismo que sus hermanos de sangre
(1800 mm), pero cuenta con un kit aerodinámico muy superior al del resto de
categorías. Es el “rey de las pistas”, los mejores coches creados hasta el
momento para los rallyes o, al menos, los más efectivos.

Volviendo a la
teoría, las principales diferencias entre un RRC y un WRC son el paquete
aerodinámico y mecánico, muy inferior al de sus superiores, y la brida, que
pasa a ser de 30 mm. O que los frenos son más pequeños, por ejemplo. Sin
embargo, un poseedor de un RRC puede convertir su modelo en un WRC en cuestión
de horas si adquiere el material adecuado al preparador y creador de su
vehículo. En esencia, y repito, ambos son lo mismo sólo que uno más
evolucionado que otro. Son “WRC encubiertos” que en otras épocas se encontrarían
en la vanguardia del Mundial sin duda alguna.
Ahora aparece una
nueva categoría, los R5. Dichos coches comparten el peso mínimo con sus
predecesores, así como otros datos como el ancho de vías, por ejemplo. Sin
embargo, cuentan con elementos parecidos a los de serie además de prescindir de
los paquetes aerodinámicos y mecánicos de los WRC igual que ocurre con los RRC.

Como si de la
película de García Berlanga se tratara, los entusiastas de los Rallyes ven como
una nueva categoría aparece en el plantel de modelos con una celeridad pasmosa.
Nuevas posibilidades para un deporte en capa caída, que busca en la reducción
monetaria por carrera la salida a una crisis que le golpea virulentamente. De
momento, Ford y Peugeot han sido las marcas pioneras con los R5, campeonato que
se puede ver animado en función de los pilotos y equipos interesados en ellos.
La pregunta es...
¿Qué ocurrirá en el futuro? Lo veremos en próximos capítulos de una historia
que comenzará este fin de semana en el Geko Ypres Rally en manos de un Thierry
Neuville en estado de gracia y de un Kris Meeke que vuelve a por todas.