Pilotos de todos los
tiempos de carácter nacional y regional se dieron cita puntualmente en un
trazado que, si bien está diseñado íntegramente para los karts, cumplió
perfectamente con la función que durante el todo el día se le otorgó. Ya desde
el comienzo Óscar Palacio volaba, marcando los mejores cronos durante el
trascurso de la prueba casi en su totalidad, y se adjudicaba el Fórmula Rally
tras vencer a pilotos de la talla de Fran Cima o Sergio Vallejo, quien
finalizaba segundo.
En la batalla por el tercer
y cuarto puesto, Fran Cima se imponía por delante de un Nacho González que fue
la revelación de la prueba. El piloto de casa llegaba a las semifinales con su
Peugeot 205 tras poner en serios aprietos a Vallejo durante la misma. Fue,
junto a Luis Climent, de los mayores atractivos del Fórmula Rally.
Y es que el de
Requena se volvió a ganar a la afición asturiana, una vez más, si es que hacía
falta. Su conducción con el Subaru Impreza GC8 “555” de Caldevilla Motor fue,
sencillamente espectacular, y las muestras de cariño a la afición asturiana
eternas. Ya durante la previa al rally, Climent comentaba que “El cariño con
los asturianos es mutuo. No es cómo mi segunda casa, es casi la primera”.
El ex Campeón de España recordó su adelantamiento en el Rally Príncipe de 1990
a un Ford Sierra Cosworth comentando que “me ha acompañado durante toda mi
vida, durante toda mi carrera. Tuve la suerte de que había alguien ahí para
inmortalizarlo. ¡Imagínate que lo hiciese y no lo pudiese contar después!”,
decía entre risas el que fue, sin duda, el más aplaudido del paddock.
Como datos de interés, decir que Alberto Hevia caía en cuartos de final ante Fran Cima, que pilotó a las 100 maravillas hasta que un trompo le apeó por la final, y que Andrés Vilariño abandonaba con su Norma M20 tras un toque que le hizo romper el radiador. Aun así, éste último se lo pasó de lo lindo.